viernes, 19 de diciembre de 2008

La deflación es lo que tiene


- Más que nada por poner una foto -

- Macho Lupas, ¿te acuerdas que te conté hace dos o tres meses que me quería comprar un sofá de última generación?

- Sí claro, Sergei. Era uno que me dijiste que tenía frigorífico integrado si mal no recuerdo, ¿no?.

- Tenía frigorífico integrado no solamente si mal no recuerdas sino en general siempre, recuerdes bien o mal e incluso si no te acuerdas.

- Ya, es un decir Sergei.

- Tenía también una zona con hidromasaje y dos puertos usb para conectar directamente dos mandos y jugar al ordenador que le salía de la pata delantera derecha. Una pasada de sofá.

- ¡Brutal, Sergei! Bueno, ¿y te lo has comprado ya o no?.

- Qué va Lupas, todavía no. ¿Sabes qué pasa?.

- Cuenta.

- Resulta que tengo el dinero ya apartado de la cuenta hace tiempo y escondido dentro de un bocata de atún en la nevera, pero cuando pasé ayer por fin por el Ikea decidido a comprármelo vi que habían rebajado el precio la friolera de 50€, qué te parece.

- Lógico, si ahora con esto de la crisis y la publicidad que le están dando supongo que los negocios lo tendrán bastante chungo para vender ese tipo de cosas. Pero si estaba de oferta, ¿por qué no aprovechaste y te lo compraste?.

- Pues estuve a puntísimo, no te creas, pero resulta que me acompañaba un amigo de mi padre del coro de la iglesia y me retuvo.

- ¿Te retuvo?

- Como lo oyes, Lupas. Pero además con razón. Me dijo que claro, que si habían bajado el sofá 50€ incluso antes de las rebajas, que lo mejor sería esperarme un poquito más a que lo rebajaran otros cincuenta euros como mínimo. Como mucho tardarán hasta enero, así que por unos días me merece la pena esperar. Joder, gracias a él me voy a ahorrar una pasta, macho. Anda que no me va a venir bien ahora ni nada. De hecho, ya puestos igual me espero hasta febrero o así que fijo que lo bajan todavía más, jeje.

- Pues sí Sergei. Oye, ¿y a todo esto la tienda de tu madre qué tal funciona estos días?.

- Uf, ni me hables Lupas. Ha vendido la pobre un único televisor en las últimas tres semanas y además de los antiguos. Ah, y porque hizo un descuento de la hostia, que si no nada de nada. Fíjate cómo está la cosa que me ya me ha dicho que me intente buscar alguna otra cosa en el Mc Donald´s o algo porque las horas que trabajo los fines de semana ya no cree que me las pueda pagar. Si es que la gente parece que está acojonada con la mierda de la crisis y no compran nada, macho. Yo no sé, la culpa es del puto Zetapé tanto ocultar la crisis y tal. Son todos unos ladrones, está claro.

viernes, 12 de diciembre de 2008

El escultor de arena

Lo mío con las artes ha sido siempre una historia de amor y odio. He tenido a lo largo y ancho de mi corta y estrecha vida varios encontronazos con las artes plásticas, musicales, escénicas, rupestres, visuales, sexuales, verbales, teatrales, marciales y todo lo que es el resto de artes existentes, resultando por desgracia siempre bastante mal parado de dichos encontronazos. Un ejemplo de lo anterior es la historia que relato a continuación.

No hace mucho tiempo recibí uno de esos emails que acaban amenazándote de muerte si no mandas el mail a todos tus contactos incluido el fontanero. En el mismo se adjuntaba una presentación con un montón de fotos de un tío semiborracho y con bigote setentero al lado de bellísimas construcciones de arena en playas de ensueño. Sin embargo, lo que más me llamó la atención de toda la presentación no fueron las figuras de arena, sino las tetas de una de las señoritas que aparecían en las fotos, la cual se abrazaba sonriente al artista.

La presentación del mail me hizo pensar: llevaba los últimos tres meses de mi vida trabajando como repartidor de butano y ya no es que no hubiera conseguido echar un polvete, sino que ni siquiera me había abierto la puerta una ama de casa que estuviera medianamente buena y notablemente desnuda. Vamos, que la que menos bigote tenía se parecía a José María Iñigo.

- Erotismo en estado puro -



Yo soy una persona que medita mucho antes de tomar una decisión, así que decidí hacer una lista con las cosas positivas y negativas que conllevaría dejar mi trabajo de repartidor de butano para hacer estatuas de arena en la playa. Tras quemarse accidentalmente la mitad de la lista en la que estaban listadas las cosas negativas decidí presentar mi dimisión. Eso sí, el mono de color naranja decidí quedármelo porque por aquel entonces el naranja estaba de moda.

Al llegar a casa cogí la Mountain Bike que me habían regalado para la comunión y nunca había vuelto a utilizar y salí hacia Benidorm sin pensármelo dos veces.

- ¿Y por qué a Benidorm y no a Salou, que queda mucho más cerca de Zaragoza? (se preguntará el lector).

Pues porque yo, tan avispado como soy, sabía que en Benidorm siempre hay una mayor proporción de gente rica que en Salou. Ya que iba a ligar como un poseso haciendo figuritas de arena lo suyo sería hacerlo con una mujer rica y así matar dos pájaros de un tiro, pensé.

- Uno de mis proyectos era recrear esta figurilla -



Tres semanas después y tras algunos contratiempos llegué finalmente a Benidorm. Mentiría si dijese que había pensado que Benidorm en invierno estaría más vacío que un cine un martes a mediodía, la verdad. Tenía en mi cabeza la imagen de playas llenas a rebosar y supuse que eso sucedería todo el año, pero evidentemente en noviembre el panorama no tenía nada que ver.

Desesperado por aquella imagen de una playa completamente marrón sin siquiera una sombrilla que le diera un poco de color aparqué mi bici al lado de una palmera y bajé a la arena de la playa gritándole a la única persona que paseaba por la orilla:

- ¿Dónde está todo el mundo? ¿dónde está todo el mundo? ¿Dónde, dónde, DÓNDEEEEE? - grité mientras me acercaba -.

Cuando vi que aquella mujer echaba la mano al bolso y me apuntaba con un spray de pimienta supe que debía dar la vuelta y volver por donde había venido. No estaba muy seguro de si Benidorm estaba todavía dentro de España o ya pertenecía a nuestra vecina Australia así que, temoroso de acabar en la cárcel rodeado de camellos (me refiero en principio a los animales y no a los traficantes de drogas, aunque pudieran ser ambos al mismo tiempo) deseando violarme al mínimo despiste, decidí dar media vuelta y volver por donde había venido.

Subí de nuevo en la Mountain Bike, metí primera y comencé a pedalear de nuevo en dirección a Zaragoza, prometiéndome a mí mismo que el próximo verano volvería. En concreto dije:

- ¡Volveré, Benidorm, esto no se quedará así!

lunes, 8 de diciembre de 2008

¿Cuál es la diferencia entre fruta y verdura?

A pesar de ser la segunda persona más inteligente del planeta según una encuesta realizada por mí mismo a un total de tres personas, las cuales exigen permanecer en el anonimato, y por mucho que pueda sorprender a mis amadas lectoras, todavía hay días en los que algo me sorprende.

Sí, me cuesta admitirlo y supongo que más os costará a todos vosotros que me tenéis en un pedestal y sabéis que tengo superpoderes y puedo cocinar Sushi, pero sin ir más lejos la semana pasada aprendí algo nuevo. Bueno, en realidad aprendí dos cosas nuevas. La primera de ellas es que todavía me quedan cosas que aprender. Cuando mi padre me decía “hay, Extraño Desconocido, ¡cuánto te queda por aprender!”, yo me lo tomaba como una frase hecha (es decir, muy frita), pero se ve que el hombre lo decía en serio. La segunda de ellas, a continuación.

Resulta que aquí en Alemania y para estas fechas invade los supermercados una especie vegetal llamada “Rhabarber”, que en español no es ni más ni menos que... ¡el ruibarbo!. “¿El ruibarbo? ¿y qué coño es eso?”, se preguntará algún que otro avispado lector. Pues la verdad es que yo tampoco lo conocía antes de venir a este cervecero país y ahora que lo he comido no sabría describirlo, pero la cosa es que da igual lo que sea el ruibarbo porque no tiene mucho que ver con el post. Como curiosidad, que sepáis que aquí se come pastel de ruibarbo. Si alguna vez pasáis por Alemania no dejéis de probarlo. Bueno, sí, mejor pasad del pastel de ruibarbo y con el dinero bebed un par de cervezas más a mi salud.

La semana pasada nos pusieron un día en el comedor del trabajo ruibardo como postre. Pues bien, resulta que uno de mis compañeros al llegar a la mesa lo observó intrigado un instante y luego preguntó:

- Oh, Extraño Desconocido, tú que todo lo sabes, ¿el ruibarbo es en realidad una fruta o una verdura?

Puede que no lo preguntase exactamente con esas palabras, pero así es como yo lo recuerdo, que en el fondo es lo que cuenta. Me quedé un par de minutos con cara de tonto y le contesté:

- Está empezando a hacer bastante frío, ¿no?

La estratagema para cambiar de tema sin que se notase que no tenía ni idea no funcionó porque otro de mis compañeros ya estaba intentando dar una respuesta...

- Yo creo que es fruta – dijo -.

- ¿Qué dices? ¡El ruibardo es claramente una verdura; no tiene semillas!. – contestó una compañera -.

- Pero el tomate tiene semillas y no por eso es fruta.


- Pulsar para agrandar -



Nos quedamos un total de cinco personas (las que había en la mesa más un practicante que pasaba por allí) con una cara de tonto parecida a la de Mr. Bean cuando pone cara de tonto. A partir de entonces comenzaron a surgir teorías de lo más variopinto que intentaban explicar la diferencia entre fruta y verdura. Tras media hora hablando la comida estaba fría y no habíamos llegado a una solución, con lo que decidimos volver al “trabajo” y preguntarle al profesor Google.

Por supuesto he encontrado una respuesta a la cuestión, pero me gustaría antes que nada trasladaros la pregunta a vosotros, inteligentísimos lectores. Intentad por favor SIN CONSULTAR EN INTERNET contestar a la siguiente pregunta:

¿Cuál es la diferencia entre fruta y verdura?

domingo, 30 de noviembre de 2008

La vieja de la estación II

- Alto, Extraño Desconocido, sé que eres tú - decía la vieja en el capítulo anterior -.

- ¿Y si estabas segura por qué me has preguntado si era yo? – sabía que una contestación así pondría nerviosa a aquella mujer -.

- Hombre, era una pregunta retórica – me respondió la muy jodida -.

- Para ser una abuela gorda parece usted bastante cultivada.

- ¿Te refieres a culturizada?

- No se, ¿cuál es la diferencia?

- Pues... culturizada tiene algunas letras más.

- Señora, si le digo la verdad a estas horas no me encuentro como para conversaciones de este tipo - sí yo buscaba en principio una conversación inteligente, pero aquello era simplemente un intento por parte de la vieja de hacerse la interesante -.

- ¿Con “tipo de conversación” te refieres a la complexión física de la misma?.

Mientras la señora pronunciaba aquella última frase fijé mi vista en su dentadura postiza. Una colección de dientes de oro que con total seguridad costaba más que mi camiseta de Zara comprada de segunda mano. Observaba aquellas piezas con admiración cuando de repente caí en la cuenta de que sus labios no se estaban moviendo mientras hablaba.

- ¿Es usted ventrílocua?

- Eeee... ¿cómo?, ¿por qué lo dices?

- Porque no está moviendo los labios mientras habla.

- Mmmmm... sí, ¿y qué pasa? Aznar tampoco los movía y nadie le insultaba por eso. Bueno, casi nadie.

- Lo primero, ventrílocuo no es un insulto, y lo segundo: aquí hay gato encerrado. Tengo un título de investigador profesional por la universidad de Deusto y sé reconocer algo raro normalmente cuando ya es demasiado tarde.

La mujer giró la cabeza hacia atrás con cara dubitativa. Tras unos segundos volvió a su posición inicial y sacó un plátano de su bolsillo, lo abrió y comenzó a comerlo. Eso para que luego digan que la fruta no engorda, pensé.

- Mira, Extraño, te voy a decir la verdad porque me caes bien: resulta que soy Lachicadeltren - ¿que cómo sé que se escribe todo junto? Pues porque me lo dijo muy rápido -, y en realidad estoy muy buena, no te pienses que soy esta mujer. Estoy en un lugar muy cerca de aquí ocultando mi identidad porque una vez leí en la revista Bravo que las mujeres misteriosas son más atractivas que las que son lo contrario de misteriosas, es decir... esto... eee.... no misteriosas. Vamos, que las mujeres no misteriosas son menos atractivas que las sí misteriosas. Es todo un misterio, pero es así.

- Ya, todo esto me parece muy interesante, pero: ¿qué quieres de mí, Chicadeltren? – Sí, yo también lo dije muy rápido, por eso lo escribo todo junto -.

- Quiero darte algo que va a cambiar tu vida.

- ¿Cómo? – mi cara de sorpresa fue parecida a la que puse al ver a Isabel Gemio en mi habitación -.

- Tu vida es tu blog y lo que te voy a dar cambiará tu blog, con lo cual se puede decir que cambiará tu vida.

- Oye, a todo esto... ¿tú tienes novio?, ¿seguro que la mujer gorda no eres tú?. Contesta primero a la segunda pregunta. (Frase en honor a mi buen amigo Groucho Marx).

- Espera a que la mujer gorda que no soy yo acabe de comerse el plátano y, cuando vengan los operarios de la estación para retirarla con los carros de la compra, coge la cáscara. Ahí encontrarás mi contribución a tu vida. – contestó ella ignorando mis dos preguntas anteriores -.

En aquel mismo momento se encendió la farola que se encontraba justo sobre mi cabeza iluminándome levemente sobre un fondo oscuro, dando así al momento un halo espiritual que hace la historia todavía más impresionante.



Hice tal y como me había indicado la Chica del tren (la página sigue siendo la misma, así que ya no repito el link). Cuando tras tres largas horas con el frío mañanero acariciándome las orejillas la mujer seguía en el mismo sitio, me pregunté si todo aquello no habría sido una broma barata.

- No, no es ninguna broma barata – respondió la Chica del tren -.

- Pero si no he dicho nada – contesté -.

- Ya, pero se veía en tu cara que te estabas preguntando si robarle el coche a un amigo tuyo para atracar un banco puede considerarse como una broma barata.

- Te confundes, eso no es lo que me estaba preguntando.

- Y entonces, ¿qué te estabas preguntando?.

Miré a mis alrededores intentando descubrir sin éxito de dónde provenía exactamente aquella voz y, cuando al final volví la vista de nuevo, la mujer vieja y gorda con la gorra de I love NYC ya no estaba allí. Me acerqué dubitativo al lugar de donde acababa de desaparecer aquella señora como por arte de magia, pero lo único que pude encontrar fue la cáscara de plátano. La recogí lentamente del suelo y, tras inspeccionarla brevemente, descubrí envuelto en papel de aluminio un precioso dibujo evidentemente diseñado para convertirse en cabecera de la versión 3.1 de mi blog (versiones anteriores pueden no haber existido nunca, que quede claro). Guardé el papel en mi bolsillo, me di la vuelta y comencé a caminar en dirección a mi casa pensando en cuántos tatuajes tiene en total Angelina Jolie.

Epílogo: En un mundo en el que difícilmente la gente hace cosas de manera altruista, cosas como la historia de la castañera, la de aquella mujer que se ofrecía para experimentos de lo más variopinto (todavía está pendiente lo del cruce, que lo sepas) o ésta que nos ocupa le tocan a uno el corazoncillo. Corazoncillo, no calzoncillo (desgraciadamente).

martes, 25 de noviembre de 2008

La vieja de la estación I

Grandes hazañas de mi juventud como vencer a mi profesor de matemáticas en una batalla de miradas sosteniendo la mía por más de veinte minutos y con tan sólo dos parpadeos, o ser rechazado por la misma mujer más de setenta veces sin recibir por ello una orden de alejamiento, han pasado desapercibidas para los medios de comunicación debido seguramente a la actual sobresaturación de frikis; personajes cuyo número ha aumentado de manera proporcional a la velocidad media de la conexión a internet durante los últimos años.

Sin embargo, parece que gracias a mi gran trabajo y sobretodo a las enormes cantidades de dinero pagadas a Google para que mi blog sea uno de los primeros resultados de algunas de las búsquedas más frecuentes como “alargar mi pene” o “fotos de Alaska desnuda”, estoy consiguiendo esa fama que tanto merecía y que el mundo civilizado hasta ahora me había negado.

Como prueba de lo anterior he aquí una sorprendente historia acontecida este fin de semana.

Volvía alegremente de mi clásica salida nocturna del viernes por la noche en busca NO DE SEXO, que se lo que estáis pensando, sino de una conversación inteligente que pudiera servirme de inspiración para un nuevo tonto post. Había visitado ya algunos de los bares que suelo frecuentar, lamentablemente sin suerte hasta aquel momento. Únicamente había conseguido hablar con el taxista sobre que cada vez la gente coge menos el taxi por culpa de la crisis y con una de las camareras sobre la procedencia de la marca de cerveza Ambar.

En algún momento de la noche, seguramente a eso de las tres de la mañana con el horario de verano porque todavía no he logrado cambiarlo en mi complicado reloj Casio de cinco euros, algo me dijo que aquello no tenía futuro. Bueno, a decir verdad no fue algo sino alguien, y en concreto la mujer que contestó cuando llamé al teléfono de la esperanza.


- Teléfono de la esperanza, ¿dígame? – contestó una estimulante voz femenina al otro lado de la línea -.

- Buenas, una pregunta: ¿usted cree que esta noche me va a suceder algo interesante o me puedo ir a casa ya con la conciencia tranquila?.

- Pues si le digo la verdad, caballero, por mucho que trabaje para el teléfono de la esperanza lo suyo lo veo bastante jodido. Un hombre que llama a estas horas de la madrugada a preguntar si se puede ir a casa no está lo suficientemente bien de la cabeza como para encontrar una aventurilla esporádica con cualquier cosa con más cerebro que una muñeca hinchable. Vamos, eso creo yo.

- Pero señora, que yo no busco sexo... ¡si lo que yo quiero es una conversación inteligente!

- Claro, y yo trabajo aquí porque me gusta ayudar a la gente, ¡no te jode! Mire, si quiere le doy el número de teléfono de “amas de casa cachondas”, que esas sí que son inteligentes – contestó irónica la voz -.

- No hace falta, de verdad. De todos modos gracias por su consejo y su atención y buenas noches – me despedí -.

- No se preocupe, señor, que ya le llegará la factura de telefónica.

Colgué preguntándome a mí mismo si aquella conversación de verdad me había ayudado y me prometí no volver a llamar a un número de precio suplementario a no ser que fuera para votar por mi candidato a abandonar la casa de gran hermano.

El último local que había visitado estaba cerca de la estación central de tren. Pasaba precisamente por delante de aquel hermoso edificio que en su día debió ser blanco pero que tenía un color gris oscuro debido entre otras cosas a la contaminación y a que no había mucha luz cuando de repente escuché una vocecilla:

- Perdona, tú eres El Extraño Desconocido, ¿verdad?

- Eeeee... - me volví hacia atrás antes de contestar y pude ver a una mujer mayor de unos doscientosdiez quilazos abrigada con un horrible abrigo. Caminaba con ayuda de un bastón y se adornaba la cabeza con una gorra de “I love NYC” - ¡No! – grité nervioso – ¡No, no soy yo, se confunde señora! ¡Adiós!

Giré la cabeza de nuevo hacia delante y aceleré el paso para escapar de aquella mujer.

- Alto, Extraño Desconocido, sé que eres tú.

Paré en seco, consciente de que no podía escapar y al fin y al cabo intrigado una vez más por saber cómo acabaría aquello. En realidad, la última vez que me había pasado algo parecido había sido en Tetuán, y la verdad es que la historia no había acabado tan mal.

Ya puedes leer La vieja de la estación II.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Las leyes de Mendel

NOTA: Antes de todo quiero aclarar que a consecuencia de los avisos de un amigo sobre la inconveniencia de usar fotos y dibujos no propios en mi blog, he decidido al menos por una vez currármelo de verdad y he dibujado todo lo que aparece en este post. A pesar de mi gran satisfacción por ello no creo que lo vuelva a repetir debido al gran trabajo que supone, así que espero que disfrutéis esta ocasión excepcional.

- El cruce de especies -

Dos científicos de renombre, viejos conocidos de la facultad de Oviedo, se reunen a tomar café. Le cuenta el uno al otro:

- Hace poco tiempo he logrado cruzar un elefante con una vaca. Imagina lo que puede ser eso: se aumentaría drásticamente la producción de leche para así ayudar al tercer mundo. A nadie le va a faltar leche; va a ser genial: la leche.

- ¿Ah, sí? Impresionante, querido amigo. Yo también he estado experimentando ultimamente entre borrachera y borrachera y resulta que he logrado cruzar una ladilla con una luciérnaga. ¿Qué te parece?

- Curioso, pero... ¿y eso para qué coño sirve?

- Pues todavía no lo sé, ¡pero ahora mismo llevo los huevos que parecen Las Vegas!

¡Jajjajajajaaa!

Bueno, vale, lo reconozco: un chiste malo pero que al menos sirve para introducir un post sobre el cruce de razas. El cruce es algo muy utilizado en la cría de gallinas y conejos, por ejemplo, pero también en el cultivo de gran cantidad de cereales, legumbres, hortalizas y pasteles de chocolate, pero a la vez un proceso desconocido por la mayoría de artistas ambulantes y conductores de autobús.

¿Para qué sirve el cruce de razas/variedades/especies?

Para entender la utilidad del cruce es necesario recordar las leyes del hombre más relacionado con los guisantes en la historia después del Gigante Verde: Gregor Mendel. Después de años mezclando clases de guisantes y comiendo únicamente guisantes con jamón y bebiendo zumo de guisante, el amigo Mendel escribió tres leyes que son la base del funcionamiento de la herencia genética y las llamó de manera original las Leyes de Mendel. Ahí van:

1- Ley de uniformidad.
Si se cruzan dos razas puras de una especie, todos los descendientes de la primera generación serán idénticos entre sí, heredando cada una de sus características de uno de los padres. (ver cuadro más abajo).

2- Ley de la segregación de caracteres independientes.
Explica que, para cada característica (color de ojos, tamaño de las orejas...), un individuo hereda un alelo (información genética) de cada uno de sus progenitores, manifestándose en caso de desigualdad aquel de los dos que no sea recesivo.

3- Ley de transmisión independiente de caracteres.
Cada una de las características de una especie se heredan por separado.

Con ayuda de las tres leyes vamos a representar el sistema de herencia genética de una forma simplificada, teniendo en cuenta únicamente dos características de una especie como podría ser el "veinteañero guay". Las dos características a representar son el tipo de pelo y la utilización de gafas guays. Los genes y correspondientes alelos posibles son entonces:

Gen "tipo de pelo":
  • Alelo "L" --> Pelo LARGO a lo afro.
  • Alelo "l" --> Calvorotas.


Gen "gafas chulas"

  • Alelo "G" --> El veinteañero lleva GAFAS guays.
  • Alelo "g" --> El veinteañero no se atreve a llevar gafas guays.


Los alelos l y g son recesivos, lo cual quiere decir que en caso de que un especímen herede dos alelos diferentes del mismo gen (G y g, por ejemplo), el alelo recesivo g no se manifestará.


Vamos entonces con el cuadro y luego una pequeña explicación (pulsar para agrandar):




Se ve que el padre tiene como genotipo LL gg, y la madre ll GG (recordemos aquí que son razas puras y por eso sus dos alelos son iguales para cada gen). Los espermatozoides del padre contendrán entonces un alelo de cada gen: L+g, y los óvulos de la madre también: l+G. Por esa razón sus descendientes directos tendrán todos el mismo genotipo: Ll Gg, es decir, todos tendrán el pelo a lo afro y gafas guays.

Cuando los individuos de esta segunda generación se crucen entre sí debido al aburrimiento, se producirá una mayor variedad, ya que en este caso no todos los espermatozoides y óvulos contendrán alelos idénticos. En el cuadro se pueden apreciar todas las variaciones de descendientes que aparecen en la tercera generación.

Aquí adjunto un cuadro con los resultados totales del cruce de la tercera generación:


  • 9/16 serán jovenzuelos con gafas y pelo a lo afro.
  • 3/16 llevarán gafas pero serán calvos.
  • 3/16 tendrán el pelo a lo afro pero no se atreverán a llevar gafas guays.
  • 1/16 será un pringao total.


Queda claro entonces que el cruce nos va a favorecer la aparición de nuevas variedades, de las cuales algunas contendrán un conjunto de características positivas mayor que el de alguno de sus progenitores.


Dicho todo esto... ¡venga, a cruzarse ahora todo el mundo!

lunes, 10 de noviembre de 2008

Castañas asadas

Recuerdo con cariño aquel invierno. Poco tiempo después de vender mi multinacional al señor Armando Frigopié había decidido regresar a Zaragoza y utilizar las ganancias para abrir una fábrica de máquinas expendedoras de mandarinas. Pretendía usar las mismas máquinas que venden esos chicles esféricos de colores, pero para ello tendría que modificar genéticamente las mandarinas para que fuesen mucho más pequeñas, y a poder ser que su piel se deshiciera en tu boca, pero no en tu mano. Para no tener que pelarlas, claro. Ahora que lo pienso no debería haber escrito mi idea en el blog, pero tengo las teclas de borrar y suprimir rotas, así que mi única opción es pediros que olvidéis lo que acabáis de leer ahora mismo. Lo mejor es que os encendáis una lámpara delante de la cara como hacía Will Smith en Men in black.

Empezamos entonces de nuevo:

Recuerdo con cariño aquel invierno. Poco tiempo después de vender mi multinacional al señor Armando Frigopié había decidido regresar a Zaragoza y utilizar las ganancias para un proyecto secreto llamado “máquinas expendedoras de mandarinas El extraño desconocido”.

Por desgracia, debido a un viaje complicado desde Hawaii cuando llegué a España era perseguido por dos mafias internacionales no italianas. Este viaje espero poder narrarlo un día de estos cuando ya no esté en la lista negra de sendas organizaciones. Me encanta la expresión un día de estos porque queda bien y no te compromete a nada.

Tuve que comprar un sombrero de copa y un monóculo para no ser reconocido por los mafiosos y así pude llegar sin problemas a Zaragoza usando un carro tirado por tres caballos y un perro. Una vez en mi ciudad natal mi abuela me pellizcó las mejillas agresivamente logrando que añorase a esos mafiosos que con total seguridad me hubiesen torturado de manera menos dolorosa. Lo que son las cosas.

- Asadas están de vicio -


Una vez recompuesto visité el centro de la ciudad en un día de frío invernal de esos que solamente hay en Zaragoza y casi todo el resto de ciudades del mundo con clima mediterráneo continental semidesértico. Allí me sorprendió un agradable olor, semejante al de castañas asadas. Siguiendo aquel hipnotizante aroma me sentí como el protagonista de "El perfume". Cuando llegué a su origen descubrí un pequeño tenderete tras el cual una entrañable señora cubierta casi por completo para protegerse del frío asaba castañas. A veces las cosas simplemente son lo que parecen, pensé. Me imaginé a mí mismo en un puesto similar en el Paseo de la Independencia, irónicamente dependiente de los paseantes, esperando diez horas al día a que aquel olor le abriese el apetito a algún pasante, con mi propia esperanza como única fuente de vitalidad.

Quedé inmóvil mientras esos pensamientos daban vueltas en mi cabeza hasta que aquella señora alzó la vista y, mirándome a los ojos, me ofreció unas castañas. Noté un ligero escalofrío, de esos que se sienten cuando se pierde por un momento la superficialidad de nuestra sociedad y se vuelve a tener esperanza en la humanidad; difícil de explicar. Aunque insistí tal y como mi madre me enseñó, ella no quiso nada a cambio de aquella docena de castañas. Ni siquiera un autógrafo.

Me alejé de aquel lugar flotando a un palmo del suelo, sintiendo que aquellas castañas estaban alimentando mi alma.

Al día siguiente volví al puesto pero esta vez sin sombrero ni monóculo, es decir, disfrazado de mí mismo, y le compré doce docenas, once de las cuales regalé a personas anónimas mientras caminaba.

En fin, es una pena que el espíritu de la navidad caduque el siete de Enero.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Cadena de Enlaces 100 Enlaces x 4

Aquí me hago eco de la idea de mi amigo Pipe, de Dinerofair.com. Creo que es una buena manera de dar a conocer nuestras webs...


Si quieres participar en esta nueva cadena solo debes leer lo siguiente.


Cadena de enlaces 100 enlaces x 4


1.- Deja tu link en un comentario en Este Articulo, comentando que quieres participar.• Deja tu nombre : Texto• Deja tu Link : nombredemipagina.com• Deja tu Link de la Cadena: nombredemipagina.com/lugar de la Cadena…• Agrega los sitios que estan antes de ti, Twitter, Mybloglog, Technorati• Deja tu Twitter, para que te agregen.• Deja tu MyBloglog Comunidad, para que te agregen.• Deja tu FaTechnorati Favoritos, para que te agregen.


2.- Luego escribe una entrada en tu blog y agrega la cadena, a partir des este símbolo <—>
!! IMPORTANTE EL TITULO, DEBE SER!!!Cadena de Enlaces 100 Enlaces x 4


3.- La cadena la actualizare cada día


4.- Los días viernes se revisara la cadena, quien no haya actualizado sera borrado de la lista.


5.- La cadena sera solo de 100 enlaces.


6.- Todos Invitados, minimo tres meses, Pagerank 1
Para dejar un comentario ocupa el siguiente formato:
Texto:
Link:
Link de cadena:
Twitter:
Mybloglog:
Technorati:


<—>



1 - Ganando Dinero Online - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
2 - Catrasca - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
3 - Braulio aquino - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
4 - 2LifeBlog - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
5 - Dinero Sin Invertir - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
6 - Dinero en un Mes - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
7 - Nuevo Zelda para Wii - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
8 - BlogNETariza - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
9 - Tecnologia Habitual - Cadena - Twitter - Mybloglog - Technorati
10 - Vivencias Varias - Cadena- Twitter - Mybloglog - Technorati
11 - Juegos Vestir Moda - Cadena
12 - Juegos Auto escuela - Cadena
13 - Juegos Cocina Pasteleria - Cadena
14 - Juegos Nuevos Bonitos - Cadena
15 - juegos mmorpg gratis - Cadena
16 - Mi Ventana - Cadena
17 - Nidea blog de ayuda, información - Cadena - Twitter
18 - Juegos vestir maquillaje - Cadena
19 - Juegos diseñar ropa - Cadena
20 - Juegos online mmo - Cadena
21 - Matar Humanos - Cadena
22 - El rincon de bender - Cadena
23 - Deluxecelebrities - Cadena
24 - Juegos humor noticias - Cadena
25 - Barbiestardollbratzdressup - Cadena
26 - Cocina y Restaurante - Cadena
27 - Camina Conmigo - Cadena
28 - Vestir famosos Cantantes - Cadena
29 - Actualidad y noticias de famosos - Cadena
30 - Juegos de vestir chicas y niñas - Cadena
31 - Juegos de vestir princesas, muñecas y hadas - Cadena
32 - Noticias de famosos y famosas - Cadena
33 - Juegos de cocina y restaurante - Cadena
34 - Noticias de música - Cadena
35 - La cocina de Bender - Cadena
36 - Juegos de cuidar, compras y amor - Cadena
37 - Juegos de vestir, maquillaje y peinar nuevos - Cadena
38 - Amebas a la deriva, juegos, ocio y cultura - Cadena - Technorati
39 - Ganar dinero con tu Blog - Cadena
40 - El Blog de De Cabo - Cadena - Technorati - Twitter

domingo, 2 de noviembre de 2008

21

Después de Voces en mi armario III, esta semana toca un post con un contenido algo más profundo. Y cuando escribo profundo me refiero a su acepción más asexual, que quede claro.

Largas horas son las que he pasado en casinos de medio mundo (o un poco menos de medio para ser sinceros), horas en las que me ha dado tiempo a ganar y perder inmensas cantidades de garbancitos, que es lo que siempre hemos usado mis amigos y yo para apostar. Hubo un tiempo en el que incluso visitaba casinos de los de apostar con dinero y creí haber descubierto un sistema infalible para ganar jugando a la ruleta. Consistía en distraer al encargado para poner las fichas en la mesa una vez la bolita había caído en algún número. Por desgracia aquella estrategia no resultó ser muy efectiva ya que, después de haber ganado cero veces usándola, el encargado nos descubrió el truco y acabó lanzándonos cartas de poker girando a gran velocidad, una de las cuales incluso me ocasionó un profundo corte en una camisa nueva, haciendo que mi madre me propinase una sonora bofetada al llegar a casa, además de gritarme irreproducibles insultos tales como %$&§"!! o algo parecido.


- En los grandes casinos de Las Vegas soy conocido como ése de ahí -

Con semejante historial no será difícil para el lector comprender que cuando la semana pasada me acerqué al videoclub para comprobar que todavía existía ese tipo de negocio acabase alquilando la película 21. Razones para ello fueron las siguientes:

1 - La portada es muy chula.

2 - En la película aparece Kevin Spacey, que después de Silvester Stallone es mi vigésimoprimer actor preferido.

3 - En el videoclub me encontré con una vecina que conoce a mi madre, así que me dio vergüenza entrar a la sección de cine porno. Voy a escribir por cierto la palabra porno un par de veces más a ver si así mejora el posicionamiento de esta página en google: porno porno porno.

- La portada me cautivó -

21 trata de un grupo de estudiantes universitarios que, comandados por un profesor de estadística, utilizan un procedimiento basado en contar cartas para ganar jugando al Black Jack. En cuanto al método, podéis encontrar información en multitud de páginas, así que no lo voy a explicar yo también porque no quiero dármelas de listillo.

La película está bastante lograda, aunque he de reconocer que me defraudó un poco: pienso que se podría haber sacado mucha más miga de una histora tan interesante. Por cierto, he olvidado mencionar que se trata de una historia real. Una historia real, tal y como le gusta a mi abuela. No se si en vuestras abuelas la frase surtirá el mismo efecto, pero la verdad es que la mía cada vez que escucha al principio de una película que está basada en una historia real abre los ojos como platos y se pega al televisor durante las dos horas siguientes.

En fin, después de una introducción tan salvaje como todos los párrafos anteriores juntos, voy a lo que de verdad me interesó de la película: el llamado problema de Monty Hall que se explica en una escena de la misma. Antes de explicar el problema voy a escribir otra vez la palabra porno, ya sabéis, para salir en Google: porno.

El PMH viene de un concurso no presentado por Bertín Osborne sino por Monty Hall y no con vaquillas sino con puertas. El concursante se encuentra vestido, no desnudo, frente a tres puertas iguales, y su regalo consistirá en lo que haya detrás de la aquella que elija. El concursante señala pues una de las tres puertas y después de la publicidad el presentador abre una de las dos restantes, dejando aparecer un regalo chorras como por ejemplo una tostadora usada. Ahora el presentador le da la posibilidad al concursante no desnudo de cambiar de puerta: ¡siiiiii!, ¡noooo!, grita el público. La pregunta es: ¿es mejor cambiar de puerta o quedarse con la primera que habíamos elegido?

Una pista: ¡si diera exactamente igual qué puerta elegir entonces el problema no sería interesante, hombre!

Resulta que cambiando de puerta tus posibilidades de ganar el premio gordo (una mariscada con vino no incluido, por ejemplo) son el doble de altas que quedándote con la misma puerta que al principio. Sorprendente, ¿a que sí? La explicación después de que se te caiga la baba viendo la mariscada.

- He aquí una cena en condiciones -

Tenemos dos estrategias posibles: quedarnos todo el concurso con una puerta o cambiar de puerta cuando Monty nos da la oportunidad.

Utilizando la primera estrategia es evidente que la única manera de ganar la mariscada es elegir desde un principio la puerta correcta, por lo que tenemos un 33,333% de probabilidad de cenar bien esa noche.

Ahora bien, usando la segunda estrategia (cambiar de opinión), resulta que la única manera de perder es elegir en un principio la puerta correcta. Piensa en ello: si al principio eliges cualquiera de las dos puertas falsas y después cambias de puerta, en los dos casos estarás ganando finalmente la mariscada. Esto quiere decir que cambiando de opinión nuestra probabilidad de cenar bien sube al 66,666%. He de reconocer que yo me quedé con la boca abierta un día y medio: exactamente hasta que me entró una mosca y conseguí reaccionar.

Moraleja: si cambias de opinión en la vida tu probabilidad de cenar bien es el doble.

jueves, 23 de octubre de 2008

Voces en mi armario III: El desenlace

¡Por fin la última entrega de la miniserie Voces en mi armario!. Matrix, El señor de los anillos, Star Wars... y ahora Voces en mi armario se convierte en la nueva trilogía de éxito.

Si eres nuevo deberías leer antes las dos primeras partes de la historia; ¿o es que te gusta saber el final de las historias antes de leerlas?.

En caso de que te de pereza leer tanto porque ya los catálogos del Carrefour se te hacen largos, te recomiendo empezar con cualquier post que no sea de la serie, como por ejemplo el anterior. Para los que tengan tiempo y ganas:

Voces en mi armario I
Voces en mi armario II

Y ahora vamos al tema:


...¡Sorpresa!

Aquello no podía estar sucediéndome a mí. No era un "sorpresa" el que había escuchado sino dos:

- ¡Sorpresa, sorpresa! - repitió aquella voz -.

Poco a poco fui recuperando la visión gracias a que aquella luz blanca se había apartado de mi asustada cara. Pude entonces ver a un chaval de unos cincuenta años con una gorra de béisbol hacia atrás que sostenía sobre su hombro una videocámara, y comprendí rápidamente que el foco de la misma era lo que antes me había cegado. Volví inmediatamente la vista a la derecha, y entonces se acabó de confirmar mi sospecha. Ahí mismo estaba: Isabel Gemio. ¡Isabel Gemio en persona, en todo su espendor y en mi habitación!.

- Ahí está ella presentando su programa, qué tiempos -

Giré mi cuerpo hacia atrás para coger impulso con la idea de propinarle una patada giratoria en todo el dedo meñique porque por aquel entonces odiaba su programa, pero cuál fue mi sorpresa cuando Isabel cayó inconsciente en mis brazos sin poder antes decir nada. Decidí dejar la patada para más tarde y miré al cincuentón adolescente de la videocámara con cara de esperar una explicación mientras seguía sujetando a Isabel.

- Esto... hola, Extraño Desconocido - dijo mientras grababa, el muy gilipollas -. Me llamo Pepe pero me llaman Junior porque a mis cincuenta estoy hecho un chaval.

Dejé caer a Isabel al suelo, la cual continuaba inconsciente, y le pregunté a Junior:

- ¿Se puede saber qué coño hacíais en mi armario?

- Mmmm, supongo que no debería decírtelo por no fastidiar la sorpresa, pero por otra parte ya no podremos usar las imágenes para el programa porque la jefa se ha desmayado. Ahora te cuento en detalle, pero antes necesito por favor un vaso de agua y un poco de papel higiénico. - apagó la cámara mientras decía esto último y me señaló la boca con saliva reseca -.

Junior me convenció de que no debíamos dejar caer a Isabel por las escaleras tal y como yo había propuesto sino bajarla entre los dos con cuidado, y así lo hicimos. La tumbamos en el sofá y yo no pude evitar pintarle un bigotillo con un rotulador que tenía encima de la mesa para esas ocasiones. Eso de putear a la gente dormida no lo puedo evitar, soy así. Le serví a Junior un vaso de agua del grifo porque la de botella estaba muy cara y le traje un poco de papel higiénico. Nos sentamos los dos en el otro sofá al lado de Isabel Gemio.

- De ese color verde es en realidad mi coche, no mi baño. En serio -

- ¿Para qué es el papel? - pregunté -.

- Es que me he tirado un pedo antes en el armario y creo que ha venido con regalo - contestó Junior mientras introducía la mano dentro del pantalón -.

Miré asqueado hacia otro lado y le llamé asqueroso. En otra ocasión le habría echado de mi casa, pero la curiosidad era demasiado grande y necesitaba una explicación a todo lo sucedido.

- Cuéntame, Junior - dije -.

- Extraño Desconocido, lo cierto es que llevamos ya dos días ahí encerrados. Tu abuela nos ayudó a entrar pero después nos cerró la puerta supongo que sin darse cuenta.

Sacó el papel higiénico y lo introdujo en el bolsillo del pantalón de Isabel mientras me miraba esbozando una sonrisa. Cosas de críos, pensé.
- Un equipo técnico estuvo manipulando el televisor para que únicamente pudieses ver el programa de Ana Rosa Quintana y así fueses a dormir lo antes posible - continuó Junior -. Entonces el plan era salir los dos del armario y darte la sorpresa. Isabel estaba muy ilusionada porque hasta entonces sólo había dado sorpresas en el plató y decía que ésta sorpresa iba a marcar un antes y un después en la historia de la televisión. Sin embargo no viniste a casa a dormir y a tu abuela se le olvidó que estábamos en el armario.

- Sí, es que ayer me quedé dormido en el autobús y estuve toda la noche haciendo la ruta del 33. Cuando me desperté ya eran las ocho de la mañana así que no tuve tiempo de pasar por casa - dije, un tanto avergonzado -.

- Estuvimos gritando un buen tiempo pero nadie nos escuchó - continuó Junior -. Pensamos también en llamar por teléfono a alguien pero dentro de tu armario no hay cobertura, por lo que tuvimos que pasar la noche ahí dentro. Fue un infierno, no veas cómo ronca la Gemio. Hoy cuando finalmente conseguimos que te despertases Isabel todavía quería darte la sorpresa pero con susto incluido, así que me dijo que dejase de hacer ruidos cuando te acercases al armario para intentar acojonarte. Por desgracia acabaste saliendo de la habitación y hemos tenido que pasar unas cuantas horas más encerrados. Llevamos día y medio sin comer ni beber, por eso se ha desmayado Isabel.

- Vaya panorama: ¡casi la palman dos personas dentro de mi armario! - dije sorprendido -. Estáis locos, Junior.

- Siempre he sido amante del riesgo - me contestó intentando impresionarme-.

Después de aquella pequeña conversación decidimos ayudar por fin a Isabel. Llené el cubo de la basura (el de la fregona lo había tirado, recordad) de agua fría y lo volqué de golpe encima de su cabeza, lo cual sin duda ayudó a que su estado de ánimo al despertar no fuese el mejor de los posibles.

- Más o menos así quedó la Gemio -

- ¿Pero tú eres subnormal? - me dijo ella -. Encima de lo que hemos pasado por tu culpa ahora me fastidias el peinado. Si es que tú más tonto y no naces.

- Oye, perdona pero la historia de mi armario no es culpa mía. Habéis sido víctima de una situación desagradablemente intolerable debido a la combinación fatal de diferentes circunstancias - dije, intentando que Isabel se dedicase un rato a pensar en el significado de la frase -.

- Junior, coge la cámara y vámonos - dijo Isabel después de veinte minutos pensando, tiempo que aproveché para ir al baño porque ya hacía rato que me estaba meando otra vez-.

- Pero... ¿y qué pasa con la sorpresa? - contestó Junior -.

- A tomar por culo la sorpresa, tengo cita con el cirujano plástico en media hora para hacerme un lifting, así que otra vez será.

Isabel se secó en el pelo con el trozo de papel higiénico que encontró en su bolsillo (¡buaaah, qué asco!), se levantó, me miró con cara de odio, me regaló después una foto suya firmada en la que salía lanzando un beso y desapareció finalmente junto con Junior mientras él lo grababa todo (todavía me pregunto para qué).

domingo, 19 de octubre de 2008

Flores para Algernon

Hace poco tiempo he acabado el libro Flowers for Algernon (flores para Algernon), escrito por mi buen amigo aunque él todavía no lo sabe Daniel Keyes. La novela, que data de 1966, es una adaptación de un cuento de 1959 también suyo. Se ve que el hombre se dejó toda la imaginación en escribir el cuento y claro, como después de aquello de algo tenía que vivir, pues se decidió a escribir la correspondiente novela. Además ha habido diferentes adaptaciones teatrales, cinematográficas e incluso radiofónicas del trabajo, lo cual nos indica todavía más claramente que mi amigo Daniel Keyes poco más hizo en su vida que escribir un cuento genial.


Yo, decidido a seguir sus pasos, estoy escribiendo una historia de ciencia ficción con la que pretendo hacerme famoso. Trata sobre un banquero arruinado que viaja al pasado para vender su chalet justo antes de que la burbuja inmobiliaria explote. Sin embargo, todos sus planes se van al traste cuando en el pasado se enamora de una bailarina de striptease que en el futuro tiene más años que Matusalén por lo que el banquero no sabe si volver al futuro o quedarse en el pasado y por ahora ya no sé cómo continuar la historia. Creo que me hacen falta más personajes que no sean robots.

Volviendo a Flowers for Algernon, el libro nos cuenta la historia de Charlie, un joven de 32 años que sufre un retraso mental. Charlie decide someterse a una operación experimental que ya ha sido realizada satisfactoriamente en ratones, gracias a la cual podrá aumentar drásticamente su coeficiente intelectual, convirtiéndose así en un auténtico genio. La historia se nos relata a través de los informes de progreso que Charlie debe escribir para documentar su evolución antes y después de la operación, lo que supone un punto de vista muy personal que nos hace identificarnos sobremanera con el protagonista. Podemos además observar la evolución de la inteligencia de Charlie por cómo va mejorando su manera de escribir en cada informe.

Se trata de una historia sobrecojedora que logró ponerme un total de tres pelos de punta y que recomiendo encarecidamente a todo el mundo. Léela, venga, léela, venga, que está muy bien, venga, léela, joer. Pues eso.


- La portada en su última reedición inglesa -

El libro además de ser muy bueno hizo que me interesase por el tema CI (coeficiente o cociente intelectual). El CI como todos sabéis es un valor que inventó una madre para averiguar si su hijo era más listo que el hijo de su amiga y así poder vacilarle mientras los pequeños jugaban a fútbol. Se fue extendiendo la cosa y acabó por usarse mundialmente como herramienta de medida de la inteligencia.


Los tests de CI se confeccionan y evalúan de tal manera que sus resultados tienen una
distribución estadística gaussiana de media 100 y desviación estándar aproximadamente de 15. Se considera superdotada a una persona, con o sin gafas, cuyos resultados estén por encima del 98% de la población. Esto quiere decir que dos de cada cien personas son superdotadas, por lo cual no lo son únicamente aquellos chavales que a los dos meses ya saben mandar emails y jugar al póker sino que lo podría ser perfectamente tu panadero, por poner un ejemplo. De hecho, bastaría con buscarte 98 amigos más tontos que tú para poder afirmar que eres superdotado... ¿o no?

Al hilo de todo ésto es también interesante el
Efecto Flynn (para darle más gracia, léase el nombre con sonido de campanilla de esas que se ponen en la recepción de los hoteles). El Efecto Flynn (jeje, otra vez) consiste en el aumento progresivo del CI de la población en aproximadamente tres puntos cada diez años. No obstante hay estudios recientes que parecen indicar el parón del efecto Flynn (jijiji) en la década de los noventa e incluso una regresión del CI de los jóvenes en los inicios del siglo XXI, seguramente debido a la emisión de programas como Aquí hay tomate o Gran Hermano sustituyendo a clásicos del calibre de Érase una vez la vida o Barrio Sésamo.

- Arriba un chaval superdotado -

Por último os dejo un chiste inteligente aprovechando la ocasión:

El doctor Antonio Barraquer está atendiendo a un nuevo paciente:
- ¿Ve aquella letra de la pared?
- Sí, señora.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Voces en mi armario II

- Continuación de Voces en mi armario - (no seas vago/a y léete primero la primera parte, hombre/mujer)

¿Ya está? Vale, entonces vamos allá.


Una vez me había desecho de la fregona lanzándola con violencia al cubo de la basura, no sin antes despedirla con un cariñoso abrazo y sentidas lágrimas de pesar, me dispuse a entrar otra vez en casa para desvelar el misterio de las voces. Cuál fue mi sorpresa cuando al echar las manos al bolsillo no encontré otra cosa que mi peludo huevecillo izquierdo: el bolsillo del pijama, a parte de estar más vacío que la vitrina de trofeos del Trujillo F.C., tenía un hermoso agujero en su fondo que garantizaba la pérdida inmediata de cualquier objeto de valor. Esto significaba dos cosas:

B- Me había dejado las llaves dentro de casa.

C- Aquel pijama de Barrio Sésamo era demasiado viejo.

Prefiero no escribir la letra A en la enumeración debido a que me jode su exceso de protagonismo, apareciendo siempre en primer lugar y siendo la letra más utilizada en nuestro idioma.

- Qué maja ella -

Con la tontería eran ya las tres de la mañana de un martes y yo estaba en la calle con un pijama de Barrio Sésamo y, lo que más me jodía, sin peinar. Aquello era digno de mis peores pesadillas infantiles.

Imaginé lo que pasaría si a alguno de mis vecinos frikis le daba por grabarme y colgar el video en Youtube y decidí que mi dignidad valía más que el cristal de mi ventana. Dí entonces unos pasos hacia atrás, cogí carrerilla y salté de cabeza cual saltador de cabeza (qué pasa, no se me ocurría ninguna comparación mejor), atravesando la ventana y cayendo encima de una mesa de mármol del siglo XII más o menos. Entre los cortes, las contusiones y la pena por haber despedido a mi fregona, puedo afirmar que aquel momento fue uno de los 1035 más dolorosos de mi corta vida. Desde la tranquilidad que me proporciona estar relatando ahora esta historia sentado frente a mi ordenador me pregunto por qué coño no rompí la ventana con una piedra y entré como una persona civilizada a través de ella... supongo que por ver demasiadas películas de acción.

Con la cabeza vendada y una vez me hube recolocado el hombro derecho subí las escaleras, sorprendentemente sin sufrir ningún accidente. Estaba llegando al final del pasillo cuando de repente sonó el timbre de la puerta. Noté cómo me temblaba ya el ojo y me subía la temperatura corporal producto de la ira, totalmente justificada por otro lado. Supongo que aunque sea una persona tranquila se entenderá que, a esas alturas de la noche, llevaba encima un cabreo considerable. Barajé la posibilidad de ignorar el timbrazo pero decidí finalmente abrir la puerta y simplemente asesinar a la persona capaz de tener la idea de llamar a mi puerta a esas horas de la madrugada.

Una vez abajo intenté tranquilizarme antes de abrir. Sería una putada que me encarcelaran por asesinar a alguien y quedarme sin resolver el puto misterio de las voces, me dije a mí mismo. Abrí la puerta y tras de ella apareció mi encantadora vecina de enfrente. Unos ochenta años, siempre vestida con delantal y con más arrugas que mis camisas desde que vivo solo.

- Imposible aguantar a la mujer -


- Hola, extraño desconocido. He escuchado ruidos de cristales rotos y quería preguntarte si estás bien.

- ¿Usted no duerme, señora?

- Estaba haciendo yoga. ¿Entonces está todo bien?

- Sí, más o menos. Pero gracias por preguntar.

- ¿Qué tal anda tu madre?

- Bien.

- ¿Y tu hermano qué hace?

- Durmiendo, supongo.
- ¿Que duerme mucho o qué?

- Señora, creo que me voy a volver a acostar.

- Ay, hijo mío. Si es que la juventud de hoy estáis todo el día cansados. Yo a tus años...

¡Plas! Portazo en la cara más que merecido. No estaba yo en aquel momento como para aguantar conversaciones vanales de vecinas ancianas. Sentía que ya me había sucedido todo lo que me podía suceder aquella noche, así que me relajé y, seguro de que esta vez no volvería a ser interrumpido, me dirijí por enésima vez a mi habitación. Los ruidos, lejos de haber cesado, se habían acrecentado considerablemente. La variedad de sonidos que se podían distinguir era verdaderamente inquietante. Noté cómo al acercar la mano derecha al tirador se aceleraba mi pulso producto de la adrenalina. Coloqué instintivamente mis otra mano delante de la cara adoptanto una postura de defensa y me dispuse a tirar de la puerta lo más fuerte posible intentando evitar que, fuese lo que fuese aquello que se escondía en mi armario, tuviese tiempo para reaccionar.

Tras un segundo en el que sentí verdadero pánico, aterrorizado por lo que pudiera sucederme, tiré con todas mis fuerzas, cerrando al hacerlo los ojos de manera instintiva a causa del miedo.

Aquel momento me pareció al menos dos momentos. Cuando finalmente volví a abrir los ojos fui cegado por una potente luz blanca a la altura de mis ojos. Pensé que había muerto y aquella luz era esa de la que hablan las personas que han estado al borde de la muerte, pero tan sólo un instante después escuché una voz que me resultaba algo familiar:

- Algo así fue lo que ví -


- ¡Sorpresa!...


Tienes suerte, la continuación ya existe: Voces en mi armario III: el desenlace
Que la disfrutes

martes, 7 de octubre de 2008

Dormir menos

Mi interés por el tema de hoy fue consecuencia lógica de un problema que me venía martirizando desde hace un tiempo (más de diez minutos, que conste). El hecho de trabajar me ha cambiado la vida más que tener una foto con Roberto Carlos, y lo cierto es que, aunque hay muchas cosas buenas en dejar de visitar la universidad, independizarse y poder invitar a copas a las tías, currar todos los días ocho horitas (mínimo) me había llevado a una fase de mi vida un tanto decepcionante.

Pensando en las razones que me hacían afirmar lo anterior descubrí que mi gran problema era el carecer de aquel tiempo que en mis años universitarios ni siquiera sabía en qué invertir. La razón principal es sin duda el hecho de trabajar junto con el vivir fuera de casa, por lo que a las mínimas ocho horas de trabajo hay que sumar hacer la comida, limpiar, lavar la ropa y otros menesteres; lo que reduce vertiginosamente el tiempo disponible. Y es que no nos engañemos: vivir con tus padres puede ser a veces un coñazo, pero eso de comer a mesa puesta y que la ropa se lave y se planche sola le ahorra a uno mucho tiempo.



Como buen resolutor de Sudokus que soy me puse de inmediato a analizar mi problema e intentar darle una solución. Una vez descartada la posibilidad de volver a mi nido materno más que nada por no tener que aguantar los ronquidos de mi hermano, seguí buscando posibilidades para ganarle al día esos minutos que me faltaban para leer, hacer más deporte, experimentar con mi gata, conquistar el mundo...

Hice una lista con el tiempo diario que dedicaba a cada tarea con la intención de descubrir de dónde rascar un par de horitas, y al acabarla quedó muy claro cuál era la mayor fuente potencial de tiempo: mi mejor opción era quitarle horas al sueño.

Tras un largo proceso de investigación que consistió en preguntarle a Google y leer un par de páginas, llegué a unos cuantos descubrimientos. A saber:

- El sueño se divide en ciclos de unos noventa minutos. A lo largo de este tiempo pasamos de una fase de sueño ligera a una más profunda y por último de nuevo a una fase ligera. Lógicamente estoy abreviando mucho, pero no se trata aquí de reproducir toda la información que ya está en la red, sino de dar un pequeño resumen de la misma. Si os interesa, basta con escribir "fases del sueño" en google y encontraréis material para leer durante meses.

- Hay una gran diferencia entre despertarse en una fase ligera o una profunda. Si estamos en la fase profunda y suena el despertador nos sentiremos como si nos acabaran de dar una paliza, mientras que si suena en la fase ligera nos levantaremos más frescos que un ecuatoriano en el polo norte. Ésto explica por qué a veces dormimos tan sólo tres horas y estamos genial mientras que en otras ocasiones descansamos cuatro horas y estamos medio muertos. Es importante destacar que es más fácil que nos despertemos durante una fase ligera que durante una profunda. Por ejemplo, los rayos del sol entrando a través de la persiana o el dulce sonido de una lejana taladradora nos despertarían si estamos en la fase ligera pero no si nos encontramos en la fase profunda.


- El tiempo que necesita dormir cada persona es variable: El 90 por ciento de las personas necesita dormir entre 7 y 9 horas, otro 5 por ciento de 9 a 10, y el resto de 4 a 7 horas. La media parece estar en un poco más de ocho horas, que es lo que yo dormía normalmente.

- Existen básicamente tres maneras de dormir (también llamados tres tipos de sueño): monofásica, bifásica y polifásica. Sí, como los cables eléctricos.

1 - El sueño monofásico es el que utiliza la gran mayoría, es decir, dormir sus ocho horitas todas las noches.

2 - El sueño bifásico consiste en dormir una siesta a lo bestia: uno duerme cuatro horas y media por la noche y a media tarde se regala una siestaza de una hora y media. En total seis horas.

3 - Por último tenemos el sueño polifásico, que es la variante para la gente más hardcore: se trata de dormir minisiestas de veinte minutos cada cuatro horas, por lo que te pierdes únicamente dos horas al día. Me resultó muy interesante al respecto la experiencia de Steve Pavlina, un gafudo que estuvo experimentando durante un tiempo con esta manera de dormir (el blog está en inglés, que conste).

A consecuencia de lo expuesto y tras leer un par de artículos decidí primero usar dos despertadores: uno que hace sonar la radio tras un número entero de fases de sueño (normalmente tras siete horas y media, lo que ya supone ganar media hora), pero a un volumen tal que únicamente me despierta durante mi fase ligera (logrando así sentirme descansado) y un segundo despertador "de emergencia" a la hora máxima a la que me puedo levantar para no perder mi trabajo, ésta vez con el clásico RIIING que tanto odio. He de decir que ésto ha dado un resultado muy satisfactorio. Ya hace algún tiempo que no suena el despertador de emergencia y me levanto sin sueño, por lo que he ganado media hora al día y además me siento mejor por las mañanas.

Además, dado que dormir menos de siete horas y media me hace estar cansado a los dos días, decidí probar el sueño bifásico para ahorrarme otros noventa minutitos diarios (el sueño polifásico me resulta demasiado extremo: no creo que estuviera bien visto que durante el trabajo diese un par de cabezadas al día apoyado en el ordenador). Sin embargo, lo que todavía no he decidido es cuándo voy a empezar con ello, ya que me gustaría elegir un momento adecuado para no acabar dejando la cosa en un mero intento. Lo que sí está claro es que cuanto lo haga daré parte aquí mismo (supongo).

Si funcionase el sueño bifásico invertiría el tiempo ganado en entrenar mi cuerpo y fabricarme un traje de superhéroe para defender a la Tierra de posibles ataques alienígenas, meteoritos y cosas peligrosas en general, al menos hasta que se me ocurriese otra cosa mejor que hacer.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Voces en mi armario I

Si mi memoria no me falla, aquello sucedió en una de esas cálidas noches de invierno que de vez en cuando nos ofrece el extraño clima Alemán. Debido a la época del año la calefacción estaba encendida al máximo, cosa que suelo hacer entre el 28 de Agosto y el 16 de Abril cuando el frío aprieta. En caso de que la temperatura suba demasiado me voy quitando ropa hasta que, si todavía tengo calor, comienzo a abrir las ventanas.

- Mi sillón-radiador para el invierno -

Este método, aunque a primera vista puede parecer improvisado e ilógico, fue inventado hace unos dos años por unos científicos en Sudán tras un largo brainstorming y antes de una partida de damas. Cuando supe de su existencia a través de una página porno de internet no tardé en aplicarlo, seguramente motivado por aquellas fotos de mujeres desnudas con guantes de lana. Hasta ahora el uso del método únicamente me ha traído desgracias en forma de facturas, pero espero que alguna vez la suerte me sonría.

Bien; aquella noche estaba yo sudando en mi cama cuando de repente comencé a escuchar un extraño ruido que provenía del interior de mi armario. Fijé mi atención en aquel sonido intentando adivinar su origen, pero todo lo que conseguí fue que me entraran ganas de orinar (iba a escribir "mear", pero me ha parecido un verbo un tanto grosero para este texto, ¿será que me hago mayor?).

Cuando regresé del baño aquel ruido se había acentuado. Ahora podía distinguir unas voces, también algo así como una persona serrando madera e incluso el constante chirriar de una rueda desengrasada. En conjunto aquello sonaba como una especie de fábrica pero claro, eso era totalmente ilógico proviniendo del interior de mi armario.

Paré a organizar mis ideas. Eran las dos de la mañana y llevaba acostado desde las doce. No había bebido alcohol ni tomado ningún tipo de drogas. Estaba en mi habitación. Me pellizqué para comprobar que no estaba soñando. Me pasé con el pellizco y me hice un poco de sangre.

En efecto, nada parecía extraño a excepción del armario. Los ruidos continuaban escuchándose muy claramente. Observé mi armario detenidamente durante unos segundos sin descubrir nada, y entonces decidí acercarme.

- Bonito armario, ¿no? -

Curiosamente, en cuanto levanté mi pierna del suelo aquellos ruidos se tornaron primero un murmullo para acallarse luego por completo tras mi segundo paso. Aun así acerqué mi mano al tirador derecho, el cual estaba más bajo que el izquierdo debido a mi total incapacidad para montar muebles, y decidí averiguar qué era lo que estaba pasando allí. Levanté mi brazo, abrí mi mano y la acerqué al tirador. Todo mi cuerpo estaba en tensión y supe que tenía miedo, por mucho que de pequeño hubiera hecho un cursillo de karate. Sin embargo, cuando mi mano se encontraba a 3,48 milímetros de la puerta (tenía un calibre en el bolsillo y pude comprobarlo), sonó mi teléfono móvil.

Me quedé paralizado, primero por el susto debido a la tensión en que me encontraba y segundo porque eran las dos de la madrugada de un martes. Podría ser algo importante, así que decidí aplazar unos minutos mi encuentro con el interior del armario.

Quise asegurarme de que en caso de que realmente hubiera algo ahí dentro no podría salir mientras hablaba por teléfono, así que dejé una zapatilla de ir por casa haciendo cuña bloqueando la puerta. Me calcé con unos zapatos de charol porque no podía usar la zapatilla de ir por casa y el suelo estaba bastante frío y corrí a la cocina, donde había dejado el teléfono. Contesté sofocado.

- ¿Diga?

- Hola, quería decirle que acabo de llamar a su portal y no ha contestado nadie. - dijo una ronca voz bastante seria -.

- ¿Cómo? - repliqué -.

- Pues tocando el timbre, ¿cómo voy a llamar?

- No, perdone, que digo que cómo dice - contesté, un tanto contrariado por la confusión -.

- No importa, caballero. ¿Me puede abrir por favor, que tengo que repartir otras cuatro pizzas y darle luego el biberón a mi niño?

- Me encantan las hawaianas -

Entonces lo recordé. Hacía una media hora me había despertado con el estómago pidiendo a gritos algo de comer, y debido a mi intolerancia a todo lo que no sea pizza había encargado una hawaiana (una PIZZA hawaiana, que hay que explicarlo todo). Acerqué mi bastante bien dotada nariz a la caja que me entregó el repartidor y comprobé que la pizza estaba en buen estado y a una temperatura de 34,2 grados, justo como a mi me gusta. Pagué religiosamente al chaval e incluso le di una propina consistente en un yogur de macedonia que tenía por la nevera.

Me senté en el sofá con mi pizza y una cocacola light con un par de azucarillos y encendí la tele. Por alguna extraña razón que quizás tuviera algo que ver con las voces de mi armario, en todas las cadenas aparecía Ana Rosa Quintana entrevistando a Ramoncín. Las voces de mi armario...

- ¡Mierda! (no se si lo pensé o lo grité)

Había olvidado por completo las voces. Tragué la pizza todo lo rápido que pude y fregué apresurado los cubiertos, mojando el suelo de la cocina por las prisas. Cogí por ello la fregona y sequé un poco el charco. Mientras hacía ésto observé que tenía el suelo hecho una mierda, seguramente en parte por no limpiarlo desde hace tres años, por lo que me dije a mi mismo "ahora o nunca". Ganó la opción de "nunca", así que decidí tirar la fregona a la basura y no volver a limpiar jamás.
- Continúa en "Voces en mi armario II" -